Hoy es el primer día de la Primavera de 2022 y lo he elegido para publicar mi primera entrada en este blog de forma simbólica. Porque es un inicio de primavera especial. Marcado por una luna llena especial que habla de inicios. Porque también es el inicio de un nuevo año astrológico y porque siento que realmente empieza algo nuevo en mi. Y tengo algo muy bello para compartir que no me gustaría olvidar.

Hace ya unos cuantos años que la naturaleza, es para mi una compañera sin la que me sería más difícil vivir. Ella ha sostenido mi alma, mis pies y mi cuerpo en los momentos más duros de mi vida y ha permitido que el aire entrase en mis pulmones de nuevo, oxigenando de verdad mi sangre. 

Me encanta pasear por los bosques que tengo a unos 45’ en coche desde el lugar donde vivo. Un lugar privilegiado a 7’ de la playa y a 45’ de la montaña. Las montañas que tengo cerca, no son los Pirineos pero sus 1056 metros de altitud para mi son como si fuera el pico más alto del mundo. O al menos yo me hago esa idea feliz.  

Trato de salir al menos un par de veces en semana a esos bosques porque cada día me siento mejor caminando por ellos y los necesito más. 

Y así hoy, salí junto a mi compañero de vida, Roberto, hacia esas montañas y bosques después de comer, con el objetivo de hacer un nuevo camino que no habíamos explorado todavía. Preparé unas ofrendas para dejar en un lugar que estoy tratando de conocer y que me tiene fascinada pues creo que es un lugar de poder, por las piedras que hay en él y la distribución que tienen en algún sitio en concreto. Siempre que vamos a entrar en el bosque pedimos permiso para hacerlo a lso Daemones y entidades que habitan ese lugar. Esas ofrendas querían dar la bienvenida a la primavera y celebrar la luz de nuevo.

Las entregamos y sentimos que eran bien recibidas de un modo especial. 

Seguimos por este camino bellísimo, que bordea una ladera y que incluye vistas a la costa, una zona tupida de bosque, con musgos y líquenes preciosos además de robles, encinas, pinos, brezos, boj, espliego macho y romero etc.. que aromáticamente son un deleite para los sentidos. En el camino nos encontramos un tramo de río que desciende rápido por unas rocas planas de naturaleza caliza y una antigua fuente con un aljibe. Todo con bastante barro. Íbamos de subida y resbalando bastante por el barro acumulado ya que había llovido el día antes. Así que al llegar a nuestro destino, decidimos no regresar por el mismo lugar sino atravesando por otro camino de bosque que conocemos por haberlo hecho un par de veces. 

Hacemos una parada para entrar en calor pues estamos a 6º y tomamos nuestro café que solemos llevar en nuestro termo en la mochila y nos sentamos a disfrutar observando los juegos de una manada de decenas de cuervos que tenemos ubicados. 

Días atrás habíamos visto algún corzo cruzar la carretera, correr por algún campo pero siempre me decía mentalmente que me encantaría poder disfrutarlos tranquila. Cuando nos adentramos en el bosque por el camino de vuelta me viene a la mente un pensamiento. Sería un regalo para mí,  verlos correr libres por medio del bosque, sin peligro para ellos, mientras yo caminaba. Y cinco segundos después, la magia sucedía: dos corzos preciosos, jóvenes, corrían bosque adentro delante de mis ojos. La emoción me desbordaba en ese momento y me eché a llorar porque era como si hubiesen escuchado mi pensamiento y me estuviesen respondiendo. Recibí la llamada de una buena amiga amante de la naturaleza también y mientras le contaba la experiencia, emocionada, volvieron a mostrarse. Unos 500m mas adelante, en un campo abierto, encontramos a otro ya cuando el sol se había puesto y empezaba a anochecer. Estaba tranquilo, comiendo hierba y nosotros, sin acercarnos mucho para no molestarlo, disfrutamos mas de 15′ de él. La sensación es de felicidad, paz, conexión, formar parte de, de ser bien recibido y de ser aceptados por ellos. De agradecimiento absoluto. De sentir que hay una respuesta de ese reino hacia ti. El mundo feérico. Todo está conectado. Solo hay que abrir el corazón y permitirnos de nuevo sentir esa magia, esa bendición y ese mundo que un día dejó de mostrarse y al que debemos retornar su poder y su reconocimiento. 

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